por Mario Murcia
El ser humano ha alcanzado grandes logros como civilización derivados de su capacidad cognitiva que han revolucionado nuestra forma de vivir sobre la tierra, tales como la agricultura, el motor a vapor y luego a combustión, la aviación, la conquista del espacio, los microchips, las computadoras, la internet, la biotecnología y la nanotecnología, entre otros. Además, ha llegado a tener una comprensión profunda de la materia a escalas sub-atómicas, del tiempo y del espacio, incluso de nuestro propio cerebro y muchos de nuestros comportamientos.
Al mismo tiempo, somos la única especie en el planeta que esboza comportamientos autodestructivos, expresados en las guerras y la violencia sediciosa contra otros, la destrucción de los ecosistemas y el cambio climático. Pero, ¿por qué sucede esto?, ¿será que no somos tan inteligentes como creíamos?, o ¿será que somos inteligentes para unas cosas y brutos para otras?
A veces nosotros contra nosotros. "Sullyvan Vs Sullyvan" por NIklas
Las ciencias cognitivas y del comportamiento nos dan algunas respuestas. La forma en que las personas toman decisiones y se comportan se ve influenciada por los imaginarios colectivos de sus grupos sociales cercanos (endogrupo) y afectan negativamente, en muchos casos, sus pensamientos y acciones hacia los exogrupos que los rodean y que piensan o se comportan de forma diferente. De esta manera, se manifiestan comportamientos sociales que influencian una secuencia de prejuicios, estereotipos y discriminación que pueden desembocar en conflictos, exclusión social y hasta violencia hacia los miembros de los grupos externos a los que cada individuo pertenece.
Otra explicación se da en lo que se conoce como el ancho de banda en el pensamiento, el cual se ve restringido en ciertas situaciones, principalmente aquellas que afectan nuestras emociones, como lo pueden ser problemas graves de salud, fuertes necesidades económicas como la pobreza, y sentimientos negativos intensos como el estrés –muy común en estos días–, la tristeza, la decepción o el odio. En palabras del psicólogo Daniel Goleman, “las emociones negativas intensas absorben toda la atención del individuo, obstaculizando cualquier intento de atender a otra cosa” con –añadiría yo– racionalidad y empatía.
Somos seres sociales. Ilustración: William Hogarth (1743)
En otras palabras, la respuesta es que sí, podemos ser muy inteligentes para unas cosas, pero más seguido de lo que pensamos nos equivocamos en muchas otras; pero no se preocupen, no es cuestión de brutalidad, es cuestión de entender que aparte de ser seres racionales y lógicos, somos en gran medida seres sociales y emocionales. Esto hace que nuestras decisiones y comportamientos estén mediados todo el tiempo –y muchas veces sin ser conscientes– por nuestras emociones y por las personas que nos rodean, especialmente por las ideas de nuestro endogrupo. A esto se le conoce con el nombre de sesgos cognitivos.
Existen diversos sesgos cognitivos. Especialmente los dos que he mencionado dan luces de por qué en el mundo vemos tantos prejuicios, comportamientos ambivalentes y discursos tan polarizantes. Discursos que nos están llevando a los extremos ideológicos y políticos, a ver líderes mundiales negando hechos científicos como el cambio climático y, sin ir tan lejos, a ver cómo nuestro país ha estado sumido en un conflicto interno por décadas y cómo, después de la firma de un acuerdo de paz, seguimos presentando grandes dificultades para avanzar y llegar a acuerdos y soluciones sociales más armónicas en diferentes temas: la justicia, el perdón, la reconciliación, la corrupción, el fracking, la minería y nuestro modelo económico extractivista hacia el futuro. Al reflexionar sobre esto, recuerdo la frase de una de las mentes más brillantes de todos los tiempos, Albert Einstein, que dice: “¡Triste época la nuestra! Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio”.
Pero ánimo, las mismas ciencias cognitivas nos muestran que son más recurrentes en los seres humanos los comportamientos de prosocialidad (ayudar a otros) y altruismo, motivados por la empatía y la preocupación por el bien común. La prosocialidad se acentúa aún más en situaciones de crisis social, como las guerras, la pobreza, o los grandes desastres ambientales (inundaciones, terremotos, etc.). Además, existe la llamada inteligencia emocional, que en palabras de Goleman, uno de sus más conocidos estudiosos, muestra que “todos nosotros tenemos dos mentes, una mente que piensa y otra mente que siente, y estas dos formas fundamentales de conocimiento interactúan para construir nuestra vida mental“ y –vuelvo a añadir– nuestra vida social. En este sentido, el cerebro emocional es automático, más instintivo, más impulsivo, difícil de dominar por la razón, y tendiente a bloquearla en situaciones en que las emociones son exacerbadas.
Basado en este conocimiento, acá les dejo algunas ideas de lo que podemos hacer para disminuir estos sesgos cognitivos y sus efectos en nuestras vidas como individuos y como constructores de sociedad:
- Es importante ampliar el círculo moral individual y de nuestro endogrupo hacia otros exogrupos, practicando la compasión, la empatía y el altruismo, de manera que se expanda la reciprocidad y se generen redes sociales que nos lleven a la imitación de la prosocialidad entre los diferentes grupos.
- Podemos promover una educación y aprendizajes más cooperativos, que fomenten una cultura más altruista, empática y se enfoquen en la construcción no solo de capital humano (académico-profesional), también de capital social (prosocial) desde edades tempranas en las que se crean las competencias socio-emocionales.
- Desarrollar políticas y acciones que fomenten una cultura de la diversidad de pensamientos y del debate sano en medio de las divergencias para aprender a convivir en la diferencia.
- Aprovechando la tendencia de la sociedad a la cooperación (muchas veces altruista), buscar cambiar las normas sociales, donde el rechazo y la sanción social hacia el prejuicio y la discriminación sean la regla, con el propósito de influenciar el cambio de los modelos y restricciones mentales que dejan la violencia.
Mario Murcia es biólogo y Mágister en Gerencia y Prácticas del Desarrollo. Es investigador en Sistemas Socioecológicos y Desarrollo Sotenible. Mario se aferra a su gran pasíón: la fotografía biocultural. Además, se desempeña como Líder del programa ColombiaBio de Colciencias. @mario.biocultural.pics
Las opiniones de los colaboradores no representan una postura institucional de Colciencias. Con este espacio, Todo es Ciencia busca crear un diálogo para construir un mejor país.