Por. Ángela Posada-Swafford
Según la revista Science, los casos de zika en Latinoamérica y el Caribe cayeron tan dramáticamente, que es como si el virus hubiese desaparecido de un plumazo. En 2016 Brasil, el país más afectado, presentó 205,578 casos de zika, mientras que en lo que va del año solo se han reportado 13,253. Colombia tenía 47,700 el año pasado y este, menos de 1,500. En Estados Unidos solo se ha reportado un caso de Zika. Buenas noticias, pero, ¿qué pasó?
Un mejor control del Aedes aegypti, el mosquito trasmisor del virus no es suficiente para explicar el bajonazo. Más bien, dicen los epidemiólogos, lo que sucede es que gran parte de la población ya es inmune al virus. Así es la historia natural del género de los flavivirus: ellos entran en escena acabando con todo y rugiendo como leones, y salen de escena como gatitos que no hacen ruido.
Lo que nadie predijo es que el zika fuera a desaparecer del escenario de esa forma tan abrupta. Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, NIAD, en Bethesda, Maryland, EE. UU., dijo que no estaba demasiado sorprendido, “pero ciertamente estoy impresionado por la rapidez en que esto sucedió”. Por su parte, Neil Ferguson, un biólogo y matemático del Imperial College en Londres, piensa que no vamos a ver resurgir el zika y que la epidemia habrá quedado difunta para 2018.
No obstante, el experto en estadísticas biológicas Ira Longini, de la Universidad de la Florida en Gainesville, está en desacuerdo. Sus modelos matemáticos sugieren que el zika seguirá haciendo de las suyas en algunas poblaciones susceptibles. De hecho, la transmisión persiste lentamente en algunos países de Latinoamérica, incluyendo a Colombia. “Hay que recordar que los casos reportados son solo la punta del iceberg porque el 80% de la gente infectada no tiene síntomas”, dice Longini.
Los intentos por rastrear el zika en Latinoamérica y el Caribe se complican además porque sus síntomas se parecen mucho a los del dengue y el chikungunya, sus primos cercanos, transmitidos por el mismo mosquito. Los anticuerpos contra el dengue y el zika son tan similares, que las pruebas estándar de diagnóstico no son capaces de distinguir uno del otro. De hecho, algunos expertos dicen que muchos casos de Chikungunya han sido mal diagnosticados como zika.
Como consecuencia, hay que tener cuidado antes de asegurar que el zika ha desaparecido del todo. Entre otras cosas porque los virus son así: tiran la piedra y esconden la mano, apareciendo y reapareciendo periódicamente, como hace el ébola. “Simplemente no podemos bajar la guardia”, advierte Fauci.
Ángela Posada-Swafford es una periodista científica y escritora colombiana radicada en Estados Unidos. Ganadora de reconocimientos como el Premio Simón Bolívar de periodismo.