¿Hay cultura astronómica en Colombia?

¿Hay cultura astronómica en Colombia?

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Author: Anónimo (no verificado) Fecha:Octubre 17, 2018 // Etiquetas: Astrobiología, astrofísica, astronomía, radioastronomía, Ciencia

Por Andrea Melo

La astronomía en Colombia tiene antecedentes importantes. En 1806, Francisco José de Caldas dirigió el Observatorio Astronómico Nacional, donde implementó un método para definir la longitud y la latitud geográfica a partir de las observaciones de los cuerpos celestes, así como la creación de un almanaque y un calendario rural. Un siglo después, Julio Garavito Armero hizo modificaciones en el método de Talcott para medir las longitudes y latitudes del territorio colombiano y creó las tablas sobre el movimiento lunar, algunos de los trabajos por los que fue homenajeado por la Unión Astronómica Internacional que bautizó a un conjunto de cráteres situado en el lado oscuro de la Luna con su nombre. Cuando apenas éramos un asomo de país, hubo personas que creyeron en la ciencia del espacio como herramienta de desarrollo.

Empezando el siglo XXI, las universidades públicas y privadas, los observatorios y los proyectos de científicos y aficionados siguen apostando por la astronomía, pero ¿cuáles son estos espacios y propuestas y para qué sirve consolidar una cultura astronómica en Colombia?

Observatorios astronómicos y planetarios en Colombia

De acuerdo al diccionario Oxford, el observatorio es un espacio destinado a hacer observaciones, especialmente astronómicas y meteorológicas. A su vez, el planetario es la instalación y conjunto de instrumentos de proyección y pantallas utilizado para proyectar imágenes celestes, generalmente en el interior de una cúpula semiesférica.

En Colombia, además de Maloka y el Planetario de Bogotá, el Parque Explora de Medellín y el Planetario de Barranquilla, varias instituciones académicas tienen espacios de observación. Entre ellos se encuentran la Universidad de los Andes, que hace jornadas de estudio del cielo abiertas al público; la Nacional tiene cursos sobre astronomía y se puede acceder al observatorio histórico los días lunes y viernes con cita previa; la Sergio Arboleda también cuenta con un observatorio y ofrece conferencias, tertulias, cineforos y cursos; El Bosque hace observaciones abiertas al público con inscripción previa y ofrece cursos de astronomía y astrofísica para estudiantes y personas interesadas; la Tecnológica de Pereira ofrece la oportunidad de acceder remotamente al observatorio o ir a los “astroviernes”, cuando se contempla el cielo en compañía de investigadores; y la de Nariño realiza conferencias y exposiciones.

También existen espacios alternos en el Desierto de la Tatacoa, donde se pueden hacer observaciones y participar en charlas; el observatorio en el Agroparque del Sabio Mutis (cerca de Bogotá), donde es posible acampar; otro en el Instituto Tecnológico Metropolitano de Medellín al que también se puede acceder con inscripción previa; y uno en el Gimnasio Campestre Marie Curie (San Francisco, Cundinamarca), que promueve el turismo astronómico como una alternativa para que los jóvenes aprendan ciencia en los diferentes planetarios y observatorios del país.

También se encuentran los observatorios de Zaquencipa (Villa de Leyva), donde dictan talleres y hacen observaciones abiertas al público con inscripción previa; el de Manizales cuenta con un planetario móvil y realiza talleres de astronomía los últimos lunes de cada mes, en los que se pueden inscribir personas externas a la universidad; La Loma en San Vicente (Antioquia) posee el telescopio más grande del país y recibe a interesados en los misterios celestes; la Biblioteca Departamental, en Cali, hace los jueves de astrofotografía para aficionados y los sábados de noche celeste abiertos al público; y el Centro Biocultural Entre Robles en Cauca hace turismo ecológico y observaciones astronómicas.

Según Germán Puerta, coordinador científico del Planetario de Bogotá, existen grandes proyectos de construcción de observatorios y planetarios como el del Caribe (Barranquilla) y el de Pasto y un observatorio más complejo en el Desierto de la Tatacoa. Estos espacios permiten que no solo los estudiantes de las universidades y colegios se acerquen a ellos, sino que brindan al público un ejercicio más allá de la contemplación. Reconocer a los cuerpos celestes, su disposición en el firmamento y los fenómenos astronómicos que ocurren es una manera dinámica de captar el interés de grandes y chicos hacia la ciencia. Incluso, muchos de los científicos y astrónomos colombianos que hacen investigaciones dentro y fuera del país se interesaron por primera vez en la astronomía gracias a los observatorios y planetarios.

Para Jorge Zuluaga, profesor de la Universidad de Antioquia, creador del único pregrado en astronomía que hay en Colombia, “tener una cultura astronómica es importante porque tener una cultura científica es importante. Es decir, si logramos que el pensamiento de la ciencia, el pensamiento racional y el escepticismo científico se acerquen a la cultura vamos a tener una sociedad mejor. Si ciudadanos que piensan mejor eligen mejores gobernantes, entonces yo pienso que la importancia radica en un cambio social. El cambio es difícil, pero si se logra a través de la astronomía, que es tan atractiva para la mayoría de las personas, es completamente bienvenido. En ese sentido yo siempre he pensado en la astronomía como una especie de Caballo de Troya cultural porque funciona como un vector que lleva la ciencia a la cultura disfrazándose de algo muy atractivo, de algo muy fácil y bonito de entender”.

Sin embargo, para Germán Puerta, en Colombia no se puede decir que exista una cultura astronómica: “tenemos un retraso grande en la infraestructura de divulgación; solo hay tres grandes centros de ciencia (Planetario de Bogotá, Maloka y Parque Explora) frente a otros países, donde tienen centenares. Aunque hay mucha afición por la astronomía, en Colombia es todavía un privilegio para unos pocos que han tenido la fortuna de acercarse a los grupos aficionados, a algún planetario o a especialistas en el tema”, afirma.

Jaime Forero, profesor de la Universidad de los Andes y experto en formación de galaxias y cosmología coincide con Puerta. “Creo que no existe una cultura astronómica en Colombia. Eso lo digo a partir de dos indicadores. Primero, porque una persona colombiana cualquiera no tiene acceso fácil a conocimiento astronómico, ni en la educación básica, ni en los medios de comunicación, ni en instituciones cercanas a su vida. Solamente personas que vivan en ciudades grandes como Medellín, Bogotá, Pereira o Cali pueden aspirar a tener acceso a ese conocimiento de primera mano. Segundo, porque en las instituciones que podrían acogerla como parte de su misión (colegios, universidades, medios de comunicación, museos, ministerios) la astronomía es marginal o inexistente”.

Para Ana Lucía Uribe, instructora de física y astronomía del Charleston College de Carolina del Sur, hay una subcultura de fanáticos de la astronomía que se juntan en festivales de observación, series de charlas públicas, cursos cortos, pero el problema en Colombia es que faltan avenidas para abrir esta subcultura a la población general que está desconectada de estos temas. “En parte esta apertura depende de la capacidad de las instituciones académicas, públicas y privadas, y de las agencias estatales, de crear y crecer programas de acercamiento al público”.

Semilleros de investigación, clubes y grupos aficionados a la astronomía

Aunque Colombia aún necesita mucha más inversión e infraestructura, existen esos clubes y grupos especializados de los que habla Ana Lucía Uribe tanto en la academia como en otros lugares a lo largo y ancho del país.

En Bogotá, en la Universidad Nacional, existen actualmente tres grupos de investigación de astronomía, astrofísica, cosmología, ciencias planetarias y astrobiología. También hay dos de astronomía y altas energías en la Universidad de los Andes, uno en la Fundación Universitaria Konrad Lorenz, otro de arqueoastronomía en la Universidad Distrital, uno de fenomenología de partículas elementales en la Universidad Antonio Nariño y el grupo Cosmología para las ciencias de la Universidad Autónoma de Colombia. En las instituciones educativas, sólo los estudiantes pueden participar en estos clubes. A su vez existen grupos conformados por estudiantes de los colegios Alvernia, Cambridge y Rodrigo Lara Bonilla y en el Planetario de Bogotá al que puede inscribirse cualquier persona.

Juan Manuel Tejeiro, profesor de física de la Universidad Nacional y director del semillero de investigación de astronomía, astrofísica y cosmología, cuenta que recibe a estudiantes de diferentes disciplinas como física, matemáticas, estadística, ingenierías, licenciaturas o biología y tratan temas del marco teórico y observacional como la gravitación, la cosmología astrofísica, agujeros negros, de gusano, estrellas neutrónicas, lentes gravitacionales, modelos cosmológicos, núcleos activos de galaxias, evolución estelar y galaxias, entre otros. Suena muy enredado, pero la idea de estos grupos es justamente aterrizar lo que sucede fuera de nuestra atmósfera.

En Medellín se encuentran el grupo Facom de astrofísica computacional y el club Revistas de astrobiología de la Universidad de Antioquia y el Quasar de la EAFIT, de los que sólo pueden ser parte estudiantes, y el club Orión del Parque Explora, al que puede inscribirse cualquier persona mayor de dieciséis años.

También existen los grupos de astrofísica en la Universidad de Nariño, el Grupo Halley y el proyecto de astropartículas de la UIS en Bucaramanga, Alfa Orión de astroingeniería en la Universidad Tecnológica de Pereira, el semillero de astrobiología de la Universidad de la Amazonía en Florencia (Caquetá) en los que se pueden inscribir estudiantes; Antares y Asterión en Cali y el grupo de astronomía aficionada de Caldas en los que puede participar cualquier persona que sea aficionada a la astronomía.

Además, han surgido diferentes proyectos de astronomía a partir del Programa Ondas de Colciencias, que acerca la ciencia a los niños y jóvenes, también desde los Clubes de Ciencia, un programa que crea comunidades de jóvenes aficionados a través de talleres interactivos.

Es muy bonito ver que hay aficionados a la astronomía que no la ejercen. Es una muestra de que hay interés en ese área de la ciencia, pero uno de los problemas que enfrentamos los que elegimos la astronomía como profesión es que uno se gradúa y dice ¿dónde puedo ejercerla? Es una utopía poder desarrollarse profesionalmente en Colombia porque cuando le quitan recursos a Colciencias, nos quitan recursos a los investigadores. Si quiero hacer algo tengo que salir del país porque aquí es muy difícil desarrollarme como científica”, cuenta Xibelly Mosquera, la primera mujer graduada en astronomía en Colombia.

¿Y para qué sirve generar una cultura astronómica?

La astronomía, además de buscar respuestas a misterios de la bóveda celeste, también genera aportes cruciales para el desarrollo de tecnologías en otras áreas. Para Paola Pinilla, investigadora de la Universidad de Arizona y ganadora del premio Sofja Kovalevskaja de la Fundación Alexander von Humboldt en Alemania, “la investigación que se hace en cualquier campo de la astronomía requiere habilidades para programar, como por ejemplo el análisis de datos e inteligencia artificial, métodos computacionales que están siendo bastante utilizados en diferentes campos de la industria (bancos, seguros, aerolíneas…). Con esto quiero decir que los astrónomos tienen una gran capacidad para aportar en diferentes áreas sociales con las cuales tenemos contacto directo en nuestro diario vivir y que, por la visión global que tiene un astrónomo, pueden resolver problemas desde perspectivas muy diferentes”.

Productos del desarrollo en la astronomía se han convertido en algo esencial en nuestra vida diaria como los computadores, los satélites de comunicación, los teléfonos celulares, la tecnología wifi, los sistemas GPS, los paneles solares y los aparatos de resonancia magnética, entre muchos otros, sumados a su influencia en el desarrollo del pensamiento humano. “La sociedad no puede ser ajena a tales conexiones”, afirma Santiago Vargas, físico con maestría y doctorado en astrofísica, con especialidad científica en astrofísica solar.

Para no ir muy lejos, productos cotidianos como el teflón, los alimentos deshidratados, las películas de vinilo y los protectores solares fueron desarrollados en un principio desde la astronomía. A la par, técnicas de captura de imagen en medicina como la tomografía, la radiología digital y la resonancia magnética tienen este mismo origen.

“La astronomía, así como las ciencias en general, tratan de obtener respuestas paso a paso durante largos procesos de trabajo que involucran a muchas personas. Esas respuestas en primera medida acarrean un desarrollo de la humanidad y su ubicación en el universo como un todo. Cada disciplina científica en el proceso de obtención de respuestas, debe desarrollar herramientas de diversa índole (computacionales, tecnológicas, técnicas) que luego resultan ser de utilidad directa a escala local. Sin el impulso inicial de una pregunta por resolver, sin el equipo humano que intenta encontrar la respuesta, el ciclo no daría frutos de ningún tipo”, afirma Karla Peña, investigadora de la Universidad de Antofagasta (Chile) que trabaja en el proyecto VISTA Star Formation Atlas.

Según un informe publicado por la Academia Nacional de Ciencias, Ingeniería y Medicina de Estados Unidos, se revela que las principales contribuciones de la astronomía no son solo las aplicaciones tecnológicas y médicas sino también la posibilidad de entender cómo podemos prolongar la supervivencia de nuestra especie, combatir el cambio climático y prepararnos en el caso de amenazas a nuestro planeta, como el meteorito que aterrizó en los montes Urales en Rusia y causó cientos de heridos y daños en estructuras.

En Colombia en este momento se está desarrollando un proyecto de radioastronomía que busca recuperar unas antiguas antenas, ubicadas en Chocontá (Cundinamarca), que sirvieron para recibir las primeras señales de televisión satelital hace cuarenta años. “Pensamos en buscar la manera de captar ondas de radio que vienen de muchas fuentes astrofísicas, la idea es hacer radiotelescopios que funcionen para observar pasivamente el cielo”, cuenta el investigador Germán Chaparro, astrofísico y profesor de la Universidad ECCI. En este proyecto trabajan la Universidad ECCI, la Universidad Nacional y la Universidad Tecnológica de Pereira.

“En la Unión Astronómica Internacional estamos pensando más en cómo la astronomía puede crear proyectos importantes que generen un desarrollo multidimensional. Como ejemplos están el proyecto de astropartículas de Santander, que es apoyado por empresas de la región e incentiva la industria local; el proyecto sobre los volcanes también está orientado a una necesidad que tenemos en Colombia y es el monitoreo de estas estructuras geológicas; y el de radioastronomía con las antenas de Chocontá podría tener un impacto grande, ya que además de recuperar una infraestructura que en su momento fue muy importante para el país, genera desarrollo económico, educativo e incluso cultural”, concluye Germán Chaparro.

 

Andrea Melo es periodista de la Universidad Externado de Colombia y ha trabajado en medios como Radiónica, Señal Colombia y Bacánika.
Imágenes usadas por cortesía del Planetario de Bogotá, Parque Explora de Medellín y Universidad ECCI, así como de uso libre.
Las opiniones de los colaboradores y los entrevistados no representan una postura institucional de Colciencias.

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