por Pablo Mora
Hace más de cien años, escribir, sumar y restar fueron una novedad para los arhuacos, y su aprendizaje temprano se convirtió en una estrategia de resistencia contra los colonos, los misioneros y los comerciantes. Ahora, intuyendo el poder e influencia de las imágenes, y al igual que la escritura y las matemáticas, decidieron «domesticar»1 las cámaras de video y fotografía.
El proceso de domesticación no fue simplemente aprender a manejar técnicamente los nuevos dispositivos. Fue necesaria una compleja operación que he descrito en otros textos y que aquí reutilizo (Mora, 2009a; Mora et al., 2015). El relato de esta operación en boca de los jóvenes comunicadores indígenas es revelador: el uso de representaciones visuales era escaso en su mundo. Solo a nosotros —sus hermanitos menores— nos gusta esa manera de transmitir información y conocimiento. Cuando ellos se empeñaron en dominar los lenguajes audiovisuales, consultaron con sus mamos y se enteraron de la existencia de un sitio sagrado en plena Sierra Nevada de Santa Marta (una gran piedra o montaña negra de ubicación secreta) donde está la «dueña» o madre de las imágenes y de sus tecnologías generadoras. Los videastas indígenas están tranquilos desde entonces, porque saben que ya no está mal utilizar esos aparatos de blancos. No están violando la Ley de Origen. En una experiencia ritual sin antecedentes, los mamos retribuyeron con alimento tradicional a los espíritus de «las cosas que brillan» (los espejos, los vidrios, las pantallas y, ahora, las cámaras). El mamo kogui que ofició el ritual les explicó así, a los jóvenes indígenas que lo grababan en su piedra de gobierno, el significado que tienen esos aparatos que apuntaban hacia él:
Estamos viendo que llegaron estas cámaras. Es urgente entonces darle pagamento a la madre de ellas. Menos mal que yo sé quién es esa madre y dónde está. Este conocimiento se lo debo a mis antepasados. Me dijeron que la madre de las fotos está en un lugar sagrado por aquí. Por eso voy a hacer el trabajo de sanear estos equipos que ya son nuestros.
Poco tiempo después otro mamo kogui, consciente de su papel como guía espiritual y protagonista de las nacientes obras de video indígena en la Sierra, le dio consejos al joven de su pueblo que se estrenaba como director:
Lo que voy a decirte es cierto. Antiguamente contaban que Mukeke tenía unos aparatos como los que tienen ustedes ahora. Así dijeron nuestros ancestros. Por eso, cuando inicies el trabajo, piensa como Mukeke. Dicen que al sol le tomaron una foto y que esa imagen es una máscara que sirve para comunicarse con Jate Sé, padre en la oscuridad. Así está establecido y, por eso, no debes hacer nada sin antes ser guiado por nosotros los mamos. Piensa también que esos aparatos no son de ahora, sino que vienen desde la creación del mundo. No pienses tampoco que ese conocimiento es propio del hermano menor. Proviene del padre sol y de Mukeke. Así debes pensar siempre.
La naturalidad con que los mamos ubicaron la tecnología audiovisual occidental en el registro de sus padres espirituales hizo tránsito a las comunidades que empezaban a ser objeto de interés de los jóvenes realizadores. Después de este canibalismo, ya no fue inusual escuchar relatos de los padres y madres de la luz y las imágenes. Los jóvenes Saúl Gil, wiwa, y Silvestre Gil Sarabata, kogui, empezaron a hablar con familiaridad de un sitio secreto donde había una «especie de televisión». Por la noche aparece allí una pantalla que proyecta todo tipo de imágenes. Al tratar de explicarme cómo era esa pantalla, Silvestre señaló su sombra en el suelo. En esa sombra se ven animales que pasan, como hormigas, perros, conejos, ratones y tigres. «Es igual a los registros fotográficos y de video que luego se proyectan», me aclaró sin dudarlo.
En definitiva, los mamos de la Sierra encontraron su manera de «devorar» la tecnología audiovisual de los hermanitos menores y resignificarla para su uso precavido. Pasados los años, con nueve películas realizadas y una amplia experiencia en la difusión de contenidos audiovisuales, contestaron así a la Autoridad Nacional de Televisión ante la posibilidad de formular con autonomía un plan de televisión indígena:
Ahora, con el aumento de la población, la televisión se ve como una necesidad. Ya aceptamos que esa comunicación es importante para la interlocución con el hermanito menor. Nosotros pensamos que si a través de ella podemos visibilizar y comunicar lo que nos pasa, es decir, las graves violaciones a nuestro territorio sagrado, entonces sí sirve. Los mensajes pueden ser buenos, útiles y estratégicos. […] Pero una cosa es ver televisión y otra producirla. Entonces respondemos que sí queremos producir televisión que se vea afuera, para que nuestros mensajes lleguen a otras personas, nos comprendan y se pongan de nuestro lado en la defensa del territorio. Podemos hacer registros de video y fotografía si tenemos claro ese propósito. De lo contrario seríamos unos malos imitadores. Debemos saber también qué publicamos y qué no, por qué lo hacemos y hasta dónde. Esto quiere decir que si aparecemos en los medios debe ser con nuestra propia voz y espíritu. […] Para que esto sea así, esos medios deben estar bajo nuestro control. Si no son de y para nosotros, no nos interesan, no nos sirven. (Mamos Arhuacos, 2016, pp. 13 -14)
1El concepto de domesticación es propio de los arhuacos; remplaza y difiere del de apropiación, utilizado en la agenda política de las organizaciones indígenas del país.
Pablo Mora es antropólogo y máster en Antropología de la Universidad de los Andes. Es investigador de medios de comunicación, identidad, memoria, arte y conflicto; escritor y docente de documental y antropología visual en distintas universidades de Colombia.
Ilustraciones de Mariana Rojas para Todo es Ciencia.
La publicación de este texto es posible gracias a un trabajo colaborativo entre Todo es Ciencia —Colciencias— y el proyecto de investigación Tecnologías y Ancestralidad, de la Línea Estratégica de Arte, Ciencia y Tecnología del Instituto Distrital de las Artes —Idartes—. Trabajo que tiene por objeto ampliar la circulación de algunos de los textos que integran las tres publicaciones realizadas por el Idartes que indagan sobre el concepto ampliado de tecnología a través de las diferentes formas de ver y comprender el mundo desde los saberes ancestrales y las tensiones que surgen con la tradición del pensamiento occidental, todo en el marco de la edición especial sobre Amazonía, saberes ancestrales y ciencia de Todo es Ciencia. El presente contenido editorial hace parte de la publicación Máquinas de visión y espíritu de indios. Seis ensayos de antropología visual de Pablo Mora Calderón.