Eduardo Arias: Todo arte tiene su ciencia

Todo arte tiene su ciencia

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Author: Anónimo (no verificado) Fecha:Noviembre 17, 2017 // Etiquetas: Eduardo Arias, columnas

Por Eduardo Arias

Muchas personas crecen y a veces hasta mueren convencidas de que el arte y la ciencia no tienen nada que ver. Que son antagónicas. Que se excluyen. Que la ciencia es racional y el arte es intuitivo. Que en la ciencia prima el rigor y que el arte gira alrededor de la inspiración. En muchos colegios se considera que las matemáticas y las ciencias son materias importantes y aquellas relacionadas con las artes se las ve como meros pasatiempos y se les llama costuras.

Esas percepciones le han hecho mucho daño tanto a la ciencia como a las artes. Por un lado, han ayudado a restarle importancia a la formación artística de las personas. Un grave error. Ya se ha determinado cuán importante es la educación musical de un niño y un joven para el desarrollo de su cerebro, así no vaya a ser un músico profesional en su vida adulta. Por el otro, han hecho creer que las ciencias y las matemáticas son materias áridas y aburridas exclusivas de mentes superdotadas, y que se aprenden el colegio por obligación, porque lo divertido es pintar y tocar algún instrumento.

Pero resulta que la relación entre las ciencias y el arte es absoluta. Para comenzar, desde sus orígenes en el paleolítico hasta bien entrado el siglo XIX, el arte siempre buscó imitar a la naturaleza, que es el terreno de estudio de las ciencias naturales. Y para representar la naturaleza lo primero que se aprende es a descomponer los objetos en figuras geométricas. Algunos instrumentos musicales nacieron de la imitación de los sonidos de la naturaleza, como por ejemplo la flauta, cuyo sonido muchas veces se relaciona con el canto de un ave.

Varios pintores de distintas épocas han acudido al estudio de la anatomía como ciencia para poder reproducir en sus lienzos figuras humanas y de animales. Y para aprender a dibujar figuras del reino animal lo primero que se hace es acudir a figuras geométricas que ayudan a determinar las proporciones correctas de cabeza, tronco y extremidades. El arte abstracto, por su parte, ha echado mano de la geometría, y los descubrimientos de estructuras microscópicas y a nivel atómico también han inspirado a los artistas.

En el arte, la composición es un atributo determinante y la ubicación de los distintos objetos que configuran una obra se rige por elementos propios de la geometría. El descubrimiento de la perspectiva, tan determinante en el desarrollo de la pintura a partir del Renacimiento, no es más que una interpretación matemática que permite transmitir la sensación de una tercera dimensión (la profundidad) en una superficie de dos dimensiones. Incluso pintores, escultores y arquitectos en muchas ocasiones han recurrido a conceptos matemáticos tan complejos como la proporción áurea, un descubrimiento de los matemáticos de la Antigüedad difícil de explicar en pocas líneas y que ha sido detectada en diversas formas de la naturaleza, y que se ha utilizado a lo largo de los siglos en pintura, escultura, fotografía, diseño y arquitectura. Se considera que las formas que respetan la proporción áurea son bellas.

En la música, las matemáticas son fundamentales. No solamente porque al llevar el ritmo se cuentan los tiempos de cada compás o porque existe una equivalencia aritmética en el valor de las notas, también por la naturaleza misma de los sonidos. Ya en la antigua Grecia Pitágoras había descubierto la relación entre la longitud de una cuerda que se tensa y la nota que emite. Como este sistema de afinación generaba algunas inconsistencias, cuando se inventaron los instrumentos de teclado se hizo necesario hacer cambios a la afinación pitagórica, y ello exigió el uso de matemáticas avanzadas. La misma fabricación de instrumentos musicales requiere de un conocimiento matemático de la longitud que debe tener el mástil de un instrumento de cuerda o la longitud del tubo de un instrumento de viento. La invención del piano exigió un diseño mecánico complejo que requiere de conocimientos de ingeniería, mientras que la música electrónica y las técnicas de grabación habrían sido imposibles de desarrollar sin el aporte de físicos e ingenieros electrónicos.

En resumen, las artes y las ciencias exactas, físicas y naturales están estrechamente ligadas, hasta el punto de que todo arte tiene su ciencia. Y hacer ciencia es todo un arte, aunque este será tema de otra columna.

El astronauta de la NASA Dan Burbank, toca a guitarra en el laboratorio Destiny de la Estación Espacial Internacional.

Biólogo dedicado a las comunicaciones. Eduardo Arias ha escrito como periodista acerca de temas de medioambiente y divulgación científica. Ha escrito libros y publicaciones para el Inderena y el Instituto Alexander von Humboldt. También ha escrito varios libros de humor político y fue libretista y argumentista en el programa Zoociedad. En la actualidad es periodista independiente y ejerce el cargo de defensor del televidente de Señal Colombia.
Las opiniones de los colaboradores no representan una postura institucional de Colciencias. Con este espacio, Todo es Ciencia busca crear un diálogo para construir un mejor país.

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