Por: Martín Franco Vélez
En octubre de 1960, un joven médico de origen colombiano decidió poner en marcha una nueva disciplina psiquiátrica en el hospital Santa Isabel, de Madrid, cuyo objetivo, según sus propias palabras, sería “el estudio de la conciencia y la investigación de métodos que desarrollen su equilibrio”. Con apenas 28 años, el bogotano Alfonso Caycedo Lozano, quien se había radicado en España al finalizar sus estudios secundarios, se convirtió en el fundador de lo que entonces llamó sofrología, un término elaborado a partir de tres raíces griegas: “Sos”, que significa equilibrio; “Phren”, conciencia, y “Logos”, estudio: el estudio de la conciencia en equilibrio.
Antes de empezar a aplicar su nuevo método, Caycedo —un médico con especialización en neurología y psiquiatría—, era el encargado de realizar procesos de electrochoques a los pacientes psiquiátricos del hospital madrileño, entonces bajo las órdenes del reconocido psiquiatra Juan José López Ibor. Preocupado por la violencia de los tratamientos que buscaban alterar la conciencia de los pacientes, el doctor Caycedo buscó nuevas formas de tratar las patologías mentales, y fue entonces cuando echó mano de técnicas como el yoga, el budismo tibetano y el zen japonés para desarrollar un método que tenía un objetivo sencillo: mejorar la calidad de vida de los pacientes psiquiátricos y todas las personas en general.
Ese fue el inicio de un método que hoy, casi seis décadas más tarde, cuenta con cientos de seguidores alrededor del mundo, entre ellos reconocidos personajes como el campeón del mundo español de moto GP, Jorge Lorenzo. La técnica sofrológica resultó tan exitosa que en la década del setenta obligó a Caycedo a patentar su propia especialización en vista de la gran cantidad de imitadores que empezó tener.
Una vez fundada la sofrología caycediana, el doctor Caycedo se dedicó a perfeccionar la técnica y a difundirla por el mundo, especialmente en Europa. En 1961 presentó la sofrología en un congreso de psiquiatría realizado en Viena, y dos años más tarde fue el tema de su tesis doctoral en España. De ahí en adelante pasó el resto de su vida trabajando por la técnica que creó y que lo llevó vivir dos años en la India y el Tíbet para estudiar a fondo distintos métodos de relajación. Años después fue profesor de psiquiatría en el Hospital Clínico de Barcelona, ciudad en la que se instaló definitivamente y que se convertiría en sede de varios congresos de sofrología. A Bogotá regresó sólo hasta principios de los años ochenta para fundar la primera escuela de formación sofrológica del país, aunque ya entonces estaba viviendo en España, donde murió en 2017.
Pero más allá de su éxito, ¿qué es, exactamente, la sofrología?
El método de la sofrología
La doctora Natalia Caycedo, médica especializada en psiquiatría, hija de Alfonso Caycedo y directora de la Organización de Sofrología Internacional en Barcelona, explicó en una entrevista reciente que “la sofrología ayuda a desarrollar una consciencia serena a través de un entrenamiento basado en técnicas de relajación y activación del cuerpo y de la mente. Gracias a estas técnicas aprendemos a conocernos mejor, a percibir mejor nuestro cuerpo, a conocer nuestra mente y nuestras emociones. Se utiliza tanto para la gestión del estrés, tan frecuente en nuestros días, como para desarrollar nuestras capacidades”.
La página oficial de la sofrología en Colombia aclara que esta disciplina consiste en “una serie de técnicas de relajación, ejercicios respiratorios, movimientos corporales y estrategias de activación mental que tienen como fin el conocimiento de sí mismo y el desarrollo de la conciencia”. Para lograrlo, la sofrología caycediana elabora un detallado método que divide en doce pasos agrupados en tres ciclos, y cuya finalidad es “lograr resultados concretos a nivel terapéutico, educativo, deportivo o preventivo”.
El doctor Caycedo afirmaba que la conciencia humana está “encubierta” y que la vida interior de cada persona es desconocida; por eso, su método tiene como objetivo desarrollar la “conciencia sofrológica”, un estado en que la persona experimenta “felicidad y armonía con uno mismo y su entorno”. Lograr el descubrimiento de esa conciencia hace que la sofrología se rija por cuatro principios básicos: el de acción positiva, que busca despertar las sensaciones positivas; el del esquema corporal, que invita a un descubrimiento profundo del propio cuerpo; el de realidad objetiva, que apunta a continuar practicando las técnicas propuestas para “mantener la conciencia equilibrada y serena”; y, finalmente, el de la adaptabilidad, que intenta que las técnicas sofrológicas se adapten a las realidades personales y sirvan en la vida diaria.
Una imagen típica de una sesión de sofrología —que puede verse fácilmente en YouTube—, resulta similar, en ciertos aspectos, a una sesión de yoga: ejercicios de respiración y movimientos del cuerpo guiados por un maestro que va controlando los ritmos.
¿Es efectiva la sofrología?
Según el doctor Ricardo López Pérez, sofrólogo hipnoterapueta egresado de la maestría en Sofrología que otorga el Sofrocay (Instituto Médico de Sofrología Caycediana), dirigida a “profesionales que quieran promover la salud psicofísica, el bienestar de las personas, la gestión del estrés y la mejora del rendimiento laboral”, la sofrología sirve para “estimular las capacidades del ser humano y proyectar positivamente a la persona. En el deporte, por ejemplo, da seguridad, confianza y enseña a manejar los miedos y la derrota”. Para López, quien lleva más de tres décadas trabajando con esta técnica y tiene consultorio en Bogotá, la sofrología es “supremamente efectiva pues crea en la persona conciencia de su corporalidad y cómo esa conciencia se proyecta a la mente para modificar las conductas erróneas”.
Los pacientes del doctor López Pérez son enfáticos en afirmar que la práctica de la sofrología les ha servido para distintos fines. El abogado Luis Enrique Martínez, por ejemplo, asegura que esta técnica le ayudó a superar la adicción al cigarrillo. “Después de algunas sesiones de hipnosis empecé a sentirme más controlado y con menos ansiedad, hasta que dejé de fumar definitivamente”, dice. Por su parte, la ingeniera Alejandra Díaz cuenta que la práctica de la sofrología ha sido “de gran ayuda a mis problemas de insomnio y ansiedad que padecía desde hace tres años. Fue una experiencia que me permitió restablecer por completo el sueño y mi equilibrio emocional”.
Testimonios como esos revelan que el objetivo principal de esta técnica es ayudarle a la persona en los diferentes ámbitos de su vida diaria. Por eso, la sofrología asegura ser útil dentro de la medicina (como complementaria a una terapia en cualquier campo), el deporte (desarrollando maneras de optimizar el rendimiento y alcanzar los objetivos), la enseñanza (ayudando de manera complementaria a las dificultades de los jóvenes que afectan de manera directa su rendimiento escolar, como problemas familiares, emocionales e intelectuales) y, finalmente, asegura ser una manera idónea para combatir el estrés a cualquier edad.
¿Qué dice la ciencia?
Aquí vienen las dudas. Es probable que tanto la sofrología como una gran cantidad de técnicas similares que abundan en la actualidad —como el mindfulness— se basen, en gran parte, en el método de la autosugestión, ideado en 1913 por el psicólogo francés Emile Coué, el “padre del pensamiento positivo”. Ante la falta de medicamentos en la Primera Guerra Mundial, Coué desarrolló un método que insta a las personas a convencerse diariamente de que van a estar mejor, repitiendo la frase como un mantra. Coué no sólo descubrió el “efecto placebo” sugestionando a sus pacientes con supuestos medicamentos inexistentes, sino que puso en evidencia el gran poder de la mente humana a la hora de sanar.
Para el doctor Álvaro Rodríguez Gamma, psiquiatra y profesor de la Universidad Nacional de Colombia afiliado a la Academia Nacional de Medicina, la sofrología “tiene elementos de autosugestión, pero también es importante la capacidad que tenga el sofrólogo de influenciar a la persona”. Sin embargo, el doctor Rodríguez es enfático en afirmar que el actual sistema de salud en Colombia no aplica la sofrología, y que tampoco conoce informes científicos recientes que avalen la validez de esta técnica. “Aunque en su momento fue efectiva para el desarrollo del psicoanálisis, por ejemplo, en este momento no podría decir para qué lo sea”, afirma Rodríguez.
“El efecto placebo es muy efectivo porque genera cambios psicológicos, y estos desencadenan cambios fisiológicos”, explica, a su vez, Mónica Rojas, psicóloga de la Universidad Nacional de Colombia. Y añade: “aunque no contiene un activo real, la autosugestión sí surte efecto en el paciente. Ahí es cuando entra el poder de la mente: solo con creer que estamos recibiendo un tratamiento efectivo, varía el nivel de las sustancias cerebrales”. Para Rojas, el tema sigue siendo tabú y es difícil que la industria farmacéutica acabe reconociéndolo. “Pero lo cierto es que hay cientos de sustancias en el mercado que no hacen absolutamente nada en el organismo”, recalca.
Sea como sea, cientos de personas se sienten beneficiadas diariamente por la técnica que inventó el doctor Caycedo casi seis décadas atrás. Y, a fin de cuentas, está comprobado que el efecto placebo es muy potente.
Martín Franco Vélez es periodista y editor. Ilustraciones de Raeioul para Todo es Ciencia. Las opiniones de los colaboradores y los entrevistados no representan una postura institucional de Colciencias.