Aún estamos a tiempo para asombrarnos con la ciencia

Tejo sideral

mario victor vazquez profesor universidad de antioquia
Author: Anónimo (no verificado) Fecha:Noviembre 17, 2017 // Etiquetas: Mario Víctor Vázquez, columnas

Por Mario Víctor Vázquez

Estamos habituados a encontrar información sobre ejercicios para mantener un buen estado físico, del mismo modo encontramos estrategias para mantener activo nuestro cerebro y fortalecerlo frente a posibles deterioros con el paso del tiempo. Sin embargo, hasta el momento no hemos encontrado ejercicios para mantener nuestra capacidad de asombro viva. Eso que cuando éramos niños nos hacía abrir los ojos con sorpresa, lo que nos daba curiosidad, primeras exploraciones que terminaban con nuestra ropa sucia para el enojo de nuestras madres (porque eso de estar sonriendo mirando al niño apanado de tierra ocurre solo en los comerciales de jabón de ropa).

Curiosidad que parece estar confinada a la niñez y que se acepta la vayamos perdiendo a medida que crecemos. Esta pérdida pareciera producirse cada vez a edades más tempranas. Para quienes tuvimos la fortuna de nacer antes (el discurso que uno emplea cuando debe aceptar el golpe de los años), tal vez fue más fácil porque nos tocó ver la televisión por primera vez, luego la televisión en color, la llegada de internet, de los celulares, del reggaetón… Quienes tuvimos el privilegio de enterarnos de la llegada del hombre a la luna, seguíamos ansiosos cada misión espacial y nos sentíamos parte de esos logros que parecían sacados de la ciencia ficción.

¿Éramos demasiado inocentes? Tal vez. ¿No teníamos mucho para entretenernos? Tal vez. Nuestras apps más rebuscadas podían ser una lata metálica de la cual colgábamos un hilo acerado que al frotarlo parecía imitar el cacareo de una gallina, así era más fácil que cualquier cosa nos llamara la atención. Pero vamos al otro extremo, regresemos a nuestros días en la era de las redes sociales y la multimedia. Ahora que accedemos a información las 24 horas del día, ¿nos damos un respiro para reflexionar hasta dónde hemos sido capaces de llegar en tan poco tiempo? ¿Seguimos con el mismo interés en la investigación científica que nos lleva a los mares más profundos, la selva impenetrable, al mundo microscópico o a la siempre apasionante exploración espacial? ¿O todo eso le pertenece a Hollywood y sus efectos especiales?

En la investigación aeroespacial hay sucesos ante los cuales somos normalmente indiferentes: desde hace más de 15 años un objeto metálico de más de 400 toneladas, gira con personas en su interior sobre nuestras cabezas a 28.000 kilómetros por hora, a una altura de 400 kilómetros, y nosotros no levantamos nuestra mirada ni para mirar un periquito, aun cuando tenemos la posibilidad de chequear por internet en qué sitio se encuentra la Estación Espacial Internacional en cada momento y ver imágenes y videos increíbles hechos por los astronautas.

Tomemos por ejemplo el popular juego del tejo, o cualquier otro que implique acertar a un blanco, imaginemos que somos verdaderos campeones y nos desafían a que acertemos pero desde una distancia de 20 metros, o peor aún, que lo hagamos a esa distancia pero con el blanco moviéndose. Quien consiguiera esa proeza sería considerado todo un campeón. Si esa situación imaginaria le llama la atención al lector, ¿no debería dejarnos sin respiración lo acontecido con la misión Rosetta de la Agencia Espacial Europea? La sonda fue lanzada en 2004, resistió 31 meses de hibernación, “despertó” 10 años luego de haber sido lanzada y logró encontrarse con el cometa Churyumov-Gerasimenko (67P para los amigos), acompañarlo en su viaje hacia el sol, tomando fotos impresionantes que llegaban a nuestro correo electrónico, analizando los gases de la cola del cometa, acercándose para lanzar al pequeño Philae, otro robot equipado con instrumentos científicos para analizar la superficie del cometa, lanzándolo a más de 500 millones de kilómetros de distancia de la tierra. Todo esto con un hardware del siglo pasado, ¿no es para pensarlo un ratito?

Con la madurez no solo adquirimos habilidades y conocimientos, en muchos casos también vamos dejando atrás la capacidad de asombro y la curiosidad. Siempre habrá nuevos desafíos qué enfrentar, lo que sabemos es una fracción insignificante de todo lo que queda por entender. Aunque no tengamos el perfil para aparecer en una película de Hollywood, aún estamos a tiempo para asombrarnos con la ciencia. No se trata ahora de que salga a vestirse de capitán de un barco errante o de un explorador espacial envuelto en plateado. Hay caminos más directos. ¿Cuáles? ¡Averígüelo! De eso se trata.

Sonda espacia Rosetta lanza al robot Philae hacia el cometa 67P.

 
Mario Víctor Vázquez es investigador, docente y divulgador científico. Profesor Titular de la Universidad de Antioquia. Doctor en Ciencias Químicas de la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. Director del programa radial El Laboratorio y creador del Colectivo Quími Komedia.
Las opiniones de los colaboradores no representan una postura institucional de Colciencias. Con este espacio, Todo es Ciencia busca crear un diálogo para construir un mejor país.

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