Por Eduardo Arias
Esta columna nace de una experiencia personal. Yo estudié biología, me gradué, pero nunca ejercí la profesión. Desde 1982 hasta la fecha siempre he trabajado en periodismo y comunicaciones, y mis acercamientos profesionales a los temas propios de la biología en particular y la ciencia en general han sido desde las comunicaciones. “¿Cómo es que un biólogo se volvió periodista?”, es una pregunta muy recurrente cuya respuesta toma bastante tiempo (o espacio) y no viene al caso. “¿No fue una perdedera de tiempo haber estudiado biología para dedicarse a otra cosa?”. La respuesta es no y es la base de esta reflexión. No, no perdí mi tiempo. Haber estudiado biología (y por añadidura materias de química, física y matemáticas enfocadas a la biología) me acercaron a lo que podríamos denominar un pensamiento científico. O, mejor, me ayudaron a moldear una estructura de pensamiento permeada por la ciencia y, en particular, por el método científico, un procedimiento que consiste en la “observación sistemática, medición, experimentación, la formulación, análisis y modificación de las hipótesis”, tal como lo define el Oxford English Dictionary. Este método está sustentado por la reproducibilidad y la refutabilidad. Es decir, que un experimento puede y debe ser replicado por otras personas para que se compruebe si efectivamente es cierto. Y si no es así, puede ser refutado.
Al menos para mí, el principal atributo de la ciencia es que no la conforman dogmas ni verdades absolutas. Los postulados científicos se someten continuamente a revisión, y nuevas evidencias se encargan de cambiar la “verdad” de un determinado momento en una “nueva verdad” que no lo será por siempre. Es decir, que una mente estructurada en la ciencia está completamente alejada de fanatismos y está abierta a cualquier tipo de debate argumentado en cualquiera de los ámbitos de la vida cotidiana.
Uno no se la pasa todo el día haciendo observaciones sistemáticas ni midiendo todo lo que se le atraviesa por delante. Pero una persona con una estructura mental moldeada por la ciencia está más abierta a hacerse preguntas. A analizar las respuestas. A valorar dos o más posibles explicaciones. Mantiene despierta su curiosidad. A preguntarse, como los niños, el porqué de las cosas.
Y, tan importante como lo anterior, una persona familiarizada con la ciencia también aprende a no ver la ciencia, lo que dice la ciencia o lo que se dice en nombre de la ciencia como una verdad incuestionable. Porque, no sobra decirlo, escudados en dictámenes “científicos” o “técnicos” o “estudios” los gobernantes y las empresas privadas en repetidas ocasiones comenten atropellos. Y la ciencia no es una religión en la que se debe creer sin chistar. Se trata apenas de un modelo para interpretar la realidad, como lo son también la religión o la filosofía.
No hace falta ser científico o estudiar una carrera científica para desarrollar un pensamiento crítico. Los colegios y escuelas son escenarios propicios para fomentar el espíritu científico. ¿Lo hacen los maestros? ¿Lo permite el actual sistema educativo? ¿A los niños y jóvenes de Colombia se les estimula y dan herramientas para que aprendan a explorar e investigar, o sólo se preparan alumnos que memorizan datos para así responder de manera adecuada a los exámenes del ICFES? Esas son preguntas que muchas veces se pasan por alto.
Insisto. Yo no soy científico. Pero a la ciencia le agradezco que me haya dado herramientas para interpretar el mundo que me rodea. Me faltó y me falta mucho por aprender. Pero de eso se trata la ciencia. Aprender todos los días. Y eso, aplicado a la vida diaria, es de gran ayuda para salir adelante.
Biólogo dedicado a las comunicaciones. Eduardo Arias ha escrito como periodista acerca de temas de medioambiente y divulgación científica. Ha escrito libros y publicaciones para el Inderena y el Instituto Alexander von Humboldt. También ha escrito varios libros de humor político y fue libretista y argumentista en el programa Zoociedad. En la actualidad es periodista independiente y ejerce el cargo de defensor del televidente de Señal Colombia. Las opiniones de los colaboradores no representan una postura institucional de Colciencias. Con este espacio, Todo es Ciencia busca crear un diálogo para construir un mejor país.
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