Por Ana María Mesa
Con el permiso de ustedes, voy a volver a hablar de medicina en este espacio para tratar de comunicar algo que siento que algunos médicos que conozco han querido decirles a quienes se quejan porque un colega suyo no pudo dar con un diagnóstico. O porque nada que se alivian de una piquiña. O porque, en casos más serios, alguien murió sin que los doctores pudieran hacer nada al respecto. Los humanos no somos como piezas estandarizadas de un celular, que respondamos igual en todos los casos, a todos los tratamientos y para todos los problemas. Como la biología o cualquier otra ciencia, la materia de estudio es particular y por lo tanto, múltiples variables pueden intervenir en un diagnóstico. No es lo mismo enfermarse a los 10 años, que a los 60. No es lo mismo una enfermedad en un hombre que en una mujer.
Por ejemplo, cuando la piel se inflama pueden observarse formas clínicas –es decir, que se ven a ojo– e histológicas –en el microscopio–. Estas formas se han clasificado en patrones para entenderlas mejor. Son alrededor de 35 patrones histológicos y son cientos las enfermedades inflamatorias. Una simple multiplicación nos da una combinación de por lo menos 3.500 resultados posibles que un médico debe memorizar para acercarse a un diagnóstico.
Sin embargo, una misma enfermedad inflamatoria, aunque tenga un patrón histológico típico, rara vez se ve como el libro la enseña. Generalmente hay variaciones que dependen de si le da en la pierna o en un brazo, el momento de la enfermedad en el que se toma la biopsia, la forma de la enfermedad que presente el paciente, los tratamientos previos, los aspectos técnicos del laboratorio. Y además hay otras enfermedades que no tienen un patrón prototípico. A eso hay que sumarle el criterio del médico que se construye con estudio, pero también a partir de experiencias propias, de compartir información con los colegas, de la literatura a la que tiene acceso y también, aunque debe minimizarse, de emociones.
Además, hay estudios que muestran que la concordancia entre patólogos no es del 100%, la misma biopsia la pueden interpretar distinto incluso los especialistas más expertos, y hasta aquí solo hemos hablado de las enfermedades inflamatorias. Podríamos continuar con las que no lo son y hacer el mismo ejercicio.
No solo la medicina es una más de las ciencias inexactas en las que todavía se están resolviendo preguntas, sino que cada uno de nosotros responde distinto a las enfermedades y a los tratamientos. En algunos años los procedimientos actuales de la medicina se verán tan obsoletos como ahora nos lo parecen las sanguijuelas para calmar la fiebre.
No podemos ir al médico esperando soluciones como recetas de cocina, no debemos repetir el tratamiento que le hicieron a un familiar, no podemos buscar la fórmula en Google y automedicarnos esperando que todo salga bien, porque los médicos muchas veces son más parecidos a Sherlock Holmes (asociando pistas y siguiendo rastros para encontrar resultados particulares), que al técnico de celulares que cobra $30.000 por resetear un equipo.
Ana María Mesa es periodista. Columnista en La Patria de Manizales. Y realizadora en Radio Nacional de Colombia. Ilustraciones de Saga Uno para Todo es Ciencia. Las opiniones de los colaboradores no representan una postura institucional de Colciencias. Con este espacio, Todo es Ciencia busca crear un diálogo para construir un mejor país.
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