Por Brigitte Baptiste
“Colombiano que se respete” es la frase con la que se inician muchas antologías breves y risueñas de las cualidades del conocimiento popular: sabiduría en nosotros, mañas en los demás, referencia a los pequeños hábitos cotidianos de la gente que no requieren explicación porque están profundamente metidos en las rutinas, las historias de familia y los afectos. Colombiano que se respete sabe más que todos los demás y sabe de todo, aunque es capaz de sonreír cuando se oye delatado por la voz profunda de la autoridad familiar: “mientras usted viva en esta casa…”. Así nos decían y así repetimos sin pensarlo siquiera, haciendo perpetua esa benévola admonición proveniente de una sabiduría ancestral capaz de modificar de un plumazo las leyes de la gravedad si se requiere. Y quién le lleva la contraria a semejante poder…
La relación con la verdad, en casa, es la más complicada de todas, porque si mi abuelita insistía en embutirme ciertas hierbas para tratar una migraña, me las tomaba sin chistar así tuvieran cicuta. Salvo que contuvieran anís, lo cual causaba rebelión, pataleta y llamada al ESMAD. La fe y el amor eran el fundamento de la credibilidad y ni se me ocurría pedir explicaciones acerca de la fuente de verificación del tratamiento, pues dudar del mismo era poner en tela de juicio la integridad de la familia, nada menos, y a menudo la cosa acababa en Dios, lo que era mucho más grave. Pero dado que la verdad no proviene de la revelación, hoy día me cuesta ejercer la mínima autoridad sobre mis hijas así haya alcanzado la iluminación, esté en el pináculo del universo y entienda todo. Bueno, casi todo, porque eso del bosón de Higgs… (aunque lo utilizo para tratar de que se coman el almuerzo con todo y remolacha).
Colombiano que se respete constituye una fuente insuperable de recomendaciones basadas en su profundo conocimiento. Muchas relativas a la salud y los extraños hábitos de los demás para hacer las cosas, cuando es tan obvio que el dolor de garganta “se trata con…” y “ponerse inyecciones de… es lo mejor para…”. Incluso algunos son tan rigurosos que citan la fuente, a menudo una revista de amplia circulación, llena de testimonios de artistas (incluye científicos que venden cosas) y ciudadanos ilusionados (incluye científicos que regalan cosas) con ser parte de la revelación de la verdad. El voz a voz complementa los consejos de los documentales de farándula para garantizar el bienestar humano… Personalmente, inicio una nueva dieta cada lunes, pues mi ánimo experimentador es más fuerte que mi debilidad ante el chicharrón. Y escribo columnas.
Colombiano que se respete dice que sí a todo el mundo y luego hace lo que se le da la gana. Una frase curiosa y paradójica, utilizada para defender el criterio propio (algo fundamental) al tiempo que se duda del ajeno (algo legítimo) y que si bien refleja la independencia y legitimidad de cada decisión personal también revela la poca disposición argumentativa (algo fatal) que subyace en lo profundo a las pésimas costumbres políticas del país. Mejor nunca decir por qué hacemos las cosas como las hacemos, pues lo que está en juego es ese pequeño poder individual que todos creemos ejercer para sentir que somos alguien en medio de un planeta inmenso y demasiado complejo. Usted no sabe quién soy yo: la legitimidad del ego, curiosa mezcla de autonomía e irreflexión, que los sicólogos y los padres de hijos adolescentes tratan día a día, pues como adultos sabios que somos tenemos claro, por ejemplo, que no es saludable salir de la discoteca hacia Melgar en moto sin casco a las tres de la mañana: es el “sereno” el que golpea, no el alcohol. No importan las estadísticas: las verdades del borracho son otra clase de ciencia mística.
Colombiano que se respete respeta profundamente la ciencia, enaltece la labor de los científicos y luego hace lo que se le da la gana. No vacuna a sus hijas porque va y las esteriliza, no hierve el agua del tetero del bebé para fortalecerle las defensas, no le hace caso al médico de la EPS porque sabe más y ese servicio siempre es una porquería. En el fondo, es solidario con los investigadores (también tienen derechos y familia) pero no está dispuesto a invertir un peso de los impuestos en ciencia, pues ya conoce, como yo, todos los misterios del Universo. Menos eso del bosón, pero eso es poquito.
Brigitte Baptiste es la Directora General del Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt. Actualmente es miembro del Panel Multidisciplinario de Expertos de la Plataforma Intergubernamental Científico-Política sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (MEP/IPBES) en representación de América Latina. Ganadora del Premio Príncipe Claus 2017 por su trabajo en ciencia, ecología y activismo de género. Las opiniones de los colaboradores no representan una postura institucional de Colciencias. Con este espacio, Todo es Ciencia busca crear un diálogo para construir un mejor país.
Publicar nuevo comentario