Por Andrea Melo
¿No ha sentido atracción sexual por nadie o, de hecho, el sexo no tiene ningún lugar en su vida? Si ha dicho que sí a estas preguntas es probable que sea asexual. Esto no quiere decir que usted sea una planta o una estrella de mar. Aunque según el diccionario Oxford la asexualidad en la naturaleza se refiere a los seres que no involucran la fusión de gametos –que no combinan su información genética– o a los que no tienen sexo u órganos sexuales, en los humanos quiere decir que no se siente atracción hacia otra persona. Y está bien, no es defecto de fábrica.
De acuerdo a la Red para la Educación y Visibilidad de la Asexualidad (AVEN), que se encarga de buscar la aceptación pública y la discusión de la asexualidad, es posible que no se experimente atracción sexual. Pero a diferencia del celibato, que es una elección, la asexualidad es una parte intrínseca del individuo. Las personas asexuales tienen las mismas necesidades emocionales que cualquier otra, solo cambia la forma en la que las suplen. “Volamos bajo el radar por décadas porque las personas estaban convencidas de que la asexualidad no era nada. Mucha gente se forzó a sí misma a llevar un estilo de vida “normal” heterosexual, considerando el sexo como una especie de deber con el compañero”, afirma Michael*, vocero de AVEN.
Cabe aclarar que no todos los asexuales se consideran asexuales puros. De acuerdo al Censo asexual realizado entre 2014 y 2016 en el que participaron 14.210 personas, 68,6% se identificó como completamente asexual; 10,4%, como demisexual (que siente atracción sexual solo hacia personas con las cuales mantiene una relación cercana); 15,6%, como grisexual (experimentan atracción sexual en momentos sexuales y en circunstancias concretas); el restante 5,4%, no se identificó con ninguna opción.
Pero la asexualidad va mucho más allá de una cifra o una etiqueta. Para Michael, “muchas personas sienten que deben vivir bajo esos términos porque de otra manera no se consideran bienvenidas y es importante no tener miedo de cambiar de manera de pensar. Si siente que una etiqueta no encaja con usted, no la use. No hay vergüenza en ello”.
De la enfermedad a la orientación sexual
Hay que tener en cuenta que tradicionalmente la palabra asexual se relacionaba únicamente con la capacidad de reproducirse; es el caso de la ameba, que lo hace por división celular. La primera vez que se identificó una población humana que no sentía atracción sexual por otros fue en 1948, cuando el biólogo Alfred Kinsey realizó un estudio en Estados Unidos en el que estableció una escala que distingue siete grados de comportamientos sexuales: 0 era heterosexualidad completa y 7 homosexualidad total; el grado X se refería a la asexualidad.
Según Pablo Vallejo-Medina, director del Laboratorio de Sexualidad Humana de la Fundación Universitaria Konrad Lorenz y editor de la Revista Latinoamericana de Psicología, George Paxinos fue el primer científico en utilizar la palabra asexual en un artículo de en el Journal Comparative Physologycal, en 1975. Él analizó el cambio de comportamiento de un grupo de ratas al estar sometidas a sustancias químicas mientras analizaba la posibilidad de castrar químicamente a los violadores: la inhibición del deseo, a través de estos procedimientos, le dio un nuevo sentido a este concepto.
Un año después, como quedó registrado en la revista Endokrinology, un grupo de científicos de la Universidad Humboldt, en Alemania, analizó el impacto de la alimentación de estrógenos en la secreción de la hormona luteinizante (LH) en hombres y mujeres transexuales. En este artículo usaron por primera vez este término para referirse a los humanos como “transexuales con hipo o asexualidad”, ya que algunas personas que se sometían a la ingesta de hormonas o a cirugías de cambio de sexo, en esa época, eran tratadas como asexuales antes de su transición, con la perspectiva implícita de que el tratamiento les devolvería su sexualidad. Así lo cuenta el profesor CJ DeLuzio en su investigación en el departamento de Psicología de la Universidad de Windsor, en Canadá.
Para Vallejo-Medina, el hecho de que hasta entrado el siglo XXI se esté hablando con más soltura de la asexualidad no quiere decir que el término sea nuevo: “el concepto ha evolucionado con los años y se ha ido depurando hasta el término que conocemos hoy en día”.
Aunque la idea de asexualidad se ha consolidado en los últimos años, para Núria Jorbal, directora del Centro de Sexología y Pareja de Barcelona, aún queda mucho por hacer desde la ciencia y la investigación: “la sexualidad no ha tenido visibilidad en general a lo largo de los años, se invierte en otro tipo de investigaciones porque se considera que no es importante, cuando es la base del ser humano, parte de su identidad y de su interacción con el entorno. Es un aspecto que cada día se tiene más en consideración al empezar a entender la influencia que puede tener en el bienestar de las personas”.
Desde que se fundó AVEN en 2001, la asociación ha hecho un trabajo de difusión y discusión de la asexualidad. Sin embargo, su labor se vio más apoyada gracias a la publicación en 2004 del libro Understanding asexuality (Comprendiendo la asexualidad), de Anthony Bogaert, profesor de ciencias de la salud comunitaria y psicología en la Universidad de Brock, en Canadá. Su trabajo determinó que entre el 1% y el 3% de los ingleses eran asexuales.
“La investigación moderna sobre orientación sexual, particularmente la que se hace sobre asexualidad, ha permitido a los asexuales entenderse a sí mismos, tener mayor aceptación de quiénes son como individuos y comprender que ellos necesariamente no tienen un problema que necesite ser arreglado”, afirma Bogaert.
Y es que sentir que es un problema o una enfermedad no es producto de la imaginación de los asexuales. Hasta 2013 se eliminó la asexualidad de la lista de patologías del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, una de las obras de referencia más importantes utilizadas por médicos, terapeutas, trabajadores sociales y profesionales de la salud para diagnosticar y clasificar enfermedades y disfunciones mentales.
Para Michael, de AVEN, aunque esta modificación se hizo hace casi cinco años, algunas personas siguen teniendo muy malas experiencias con sexólogos, especialmente aquellos que no han sido entrenados en la asexualidad y piensan que es algo que puede curarse. Sin embargo, también hay sexólogos y psicólogos que la entienden.
La asexualidad desde adentro
Karol Vargas es la creadora de la Comunidad de asexuales, demisexuales y grisexuales en Colombia, un grupo de Facebook que tiene cerca de quinientos miembros. Desde joven, Karol supo que había algo diferente en ella y fue peor al entrar a la adolescencia: no entendía las ganas que tenían todos de involucrarse sexualmente con alguien más. Después de pensar por años que estaba mal de la cabeza o que su cuerpo no funcionaba bien, encontró el término asexual y se sintió aliviada de poder identificarse.
Aunque la asexualidad se conoce cada vez más, Vargas ha tenido que pasar por situaciones incómodas por su orientación sexual. “Una vez salí con un chico un par de veces y cuando entramos en confianza le hablé de mis preferencias (demisexualidad), luego tergiversó la información que le di ante personas cercanas a los dos diciéndoles que yo era una frígida y que él prefería alejarse. Terminé recibiendo mensajes de burla en mi Facebook por parte de personas que ni conocía”.
Por su parte, London Koneko*, una estudiante colombiana de 21 años, ha tenido que enfrentar acoso porque las personas creen que pueden “curarla”. “También te empiezan a decir cosas como que te dejará el tren o que vestirás santos. Hay mucha presión para tener una pareja”, cuenta. Ella descubrió que era asexual a través de un perfil LGBT en Instagram y actualmente se considera asexual arromántica.
Orientación romántica
Hay quienes creen que identificarse con la asexualidad no solo está relacionado con los niveles de atracción sexual hacia otras personas (asexual, demisexual o grisexual) sino que también distingue los grados de atracción emocional o romántica basado en el género. En otras palabras: una cosa es ser asexual y otra es la preferencia amorosa que sienta hacia personas de su mismo o de otro género. Estos son los tipos de orientaciones románticas que se han definido:
Una persona heterorromántica es aquella que se siente atraída de forma romántica por un sexo o género distinto al suyo.
Una persona homorromántica siente atracción romántica por las personas del mismo género o sexo.
Un birromántico o panromántico se siente atraído románticamente por múltiples sexos o géneros.
Una persona arromántica no se siente atraída románticamente por ningún sexo o género.
La asexualidad en la comunidad LGBT
En casi veinte años, la comunidad asexual ha fortalecido su visibilidad ante la sociedad; sin embargo, el reconocimiento en el movimiento LGBT como una orientación sexual ha tenido un proceso más lento.
Para Michael, vocero de AVEN, aunque hacen parte de grupos LGBT, fueron incluidos en la declaración WorldPride en la Conferencia de Derechos Humanos de 2017, y participan en manifestaciones del orgullo LGBT alrededor del mundo, hay grupos que todavía les ponen problemas. “Algunos nos dan argumentos del tipo ustedes no experimentan discriminación como los homosexuales o los queer, lo cual no siempre es cierto, pero también estamos fuera de la mayoría sexual y de género, así que encajamos bastante bien en la lucha LGBT”, declara.
Educación sexual para decidir
Cabe preguntarse cuál es el papel de la educación sexual en colegios y en universidades. Para Karla Vargas, “muchas personas simplemente dan por hecho que los jóvenes son calientes y les enseñan lo básico (ponte y quítate un condón), pero no les hablan de quererse, de respetar y entender las diferentes orientaciones sexuales y, en este caso, asexuales también, pues son una realidad”.
“Busca terapia”, “espera a la persona indicada”, “es una fase”, “es una moda”, “eres una planta” o “lo tuyo no es natural” son algunas de las frases que los asexuales tienen que escuchar cuando intentan explicar su orientación sexual. “Creo que una educación sexual profunda y reflexiva es buena para todos, y ayudará a fomentar la aceptación de minorías sexuales, incluyendo personas asexuales”, concluye el profesor Anthony Bogaert.
*Nombres cambiados por petición de las fuentes
Andrea Melo es periodista de la Universidad Externado de Colombia y ha trabajado en medios como Radiónica, Señal Colombia y Bacánika. Ilustraciones de Pegatina Criolla para Todo es Ciencia.