La Curación como tecnología

La curación como tecnología

Author: erincon Fecha:Octubre 24, 2019 // Etiquetas: Maloka, Tradición, Conocimiento, Colombia, Tecnología

por Bárbara Santos

La maloka como una estructura de flujos hace parte del libro la “Curación como tecnología” del Proyecto de investigación sobre tecnologías y ancestralidad de IDARTES, el cual está basado en fragmentos de entrevistas y conversaciones que he realizado con sabedores indígenas, científicos y expertos de las ciencias sociales y las artes durante los últimos seis años, la cual indaga desde distintas perspectivas y culturas la noción de tecnología. 

Este segmento del libro hace parte de la transcripción de una conferencia en el marco de la exhibición Amazon-connection que realizamos a principio de 2018 en el Parlamento Europeo en Bruselas donde Stephen Hugh-Jones realizó una intervención sobre el trabajo que venimos realizando junto a la asociación de Capitanes y Autoridades Tradicionales Indígenas del río Pirá Paraná en el Vaupés Colombiano. Hugh-Jones, profesor emérito en antropología social de la Universidad de Cambridge ha dedicado los últimos 54 años, junto a su esposa Christine Hugh-Jones, a investigar, estudiar y colaborar con distintas etnias de la familia lingüística tukano oriental en el noroeste de la Amazonía colombiana y brasilera. Actualmente junto a su experticia, amistad, asesoría y conocimiento profundo de lenguas indígenas hemos realizado distintos laboratorios y diálogos donde se cruzan el arte, la ciencia y la tecnología guiada por los sabedores de los kumua del río Pirá Paraná en la Amazonía, quienes portan el conocimiento Hee Yaia Keti Oka reconocido como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación y de la Humanidad por la UNESCO.

Colombia ha avanzado mucho en términos legales gracias a la Constitución de 1991 y el convenio 169 de la OIT para el reconocimiento de Colombia como un estado multicultural, pluriétnico y que respeta la ancestralidad, las lenguas, la cultura indígena; pero esto no ha sido suficiente y aún hoy no nos hemos dado el tiempo para tomar seriamente el saber ancestral indígena que existe en nuestra Amazonía. Hay avances y representación de distintas ONGs que llevan varios años acompañando a la población indígena, pero escasamente nos hemos acercado a sus cosmogonías, las cuales sostienen una relación equilibrada entre los humanos y los seres de la naturaleza. 

En estos encuentros sobre tecnologías, nos damos ciertas libertades en la traducción de este saber Hee Yaia Keti Oka, ya que se basa en varias lenguas indígenas como el makuna, el tatuyo, el barasana de los Jaguares de Yuruparí, por lo cual usamos analogías, buscando palabras que puedan servir de puente para presentar el saber ancestral como una “ciencia” de vida, la cual usa “tecnologías” regenerativas.

Esta investigación sigue su camino, busca ante todo propiciar que jóvenes se acerquen a sus mayores para perpetuar sus propios saberes y cuidados de la selva, y a su vez abrir espacios de interlocución con la sociedad donde se creen conversaciones o exhibiciones como la que realizamos actualmente junto un joven indígena tatuyo y un experto astrofísico para comprender el origen del cosmos o Big Bang desde dos puntos de vista a partir de preguntas intrépidas que han planteado muchas horas de discusión como: ¿Qué relación existe entre las oscilaciones cósmicas y los saberes de la amazónica? ¿Entre la curación y el espectro lumínico? ¿Entre los patrones del tejido de un cesto cernidor y observaciones espectroscópicas de placas SDSS? 

La diversidad de conocimientos, culturas y experticias que tenemos en el país ojalá encuentre espacios acuciosos, minuciosos y exhaustivos donde podamos configurar espacios de escucha, diálogo y creación que promuevan el respeto por el saber ancestral, que tiene mucho que aportar a la ciencia académica para ampliar nuestra experiencia cognitiva y sensitiva sobre la salud del planeta y encontrar respuestas propositivas comunes ante la crisis climática que vivimos actualmente.

La maloka como una estructura de flujos

por Stephen Hught-Jones

Al igual que nuestro pensamiento científico, el pensamiento de las etnias tukano oriental se fundamenta en una serie de analogías, lo que llamaríamos una analogía fractal en términos matemáticos. Ellos usan una serie de estructuras y procesos en diferentes escalas que contienen una organización idéntica. Y esas estructuras son el cuerpo humano, la casa, el territorio y el cosmos. Por ejemplo, esta gente siempre construye sus casas para que estén orientadas de este a oeste e incluso si la casa no está físicamente orientada de esta manera, siempre esta conceptualmente orientada este-oeste. 

Si ustedes van al noroeste amazónico van observar que los ríos fluyen del oeste al este. Y pueden deducir por este simple hecho que posiblemente mi intestino y el flujo de mi intestino es como un río que fluye a través del mundo porque mi boca es el oeste y el vientre el este. Y se puede de esta forma comenzar a entender cómo funcionan las analogías, porque si vomito —lo cual ellos hacen en parte para purgarse— voy contra la corriente de mi garganta-río que es el acto del poder. En cambio, cuando las mujeres paren, dan vida en el sentido de la corriente. Entonces, los procesos creativos masculinos y los procesos creativos femeninos son entendidos en términos cósmicos como flujos. En ese proceso fractal ellos —y nosotros— pensamos el cuerpo como una estructura de tubos. Nosotros todos somos tubos y en esta medida nuestro cuerpo es un tubo que contiene otros tubos en los cuales hay aperturas: hablo a través de mi boca, me reproduzco en el vientre, etc. 

La estructura de la maloka es el universo, entonces se puede utilizar la casa para mapear el territorio, donde cada poste le corresponde a un grupo indígena particular al que le pertenece un territorio específico. Y ustedes pueden usar la casa en términos analógicos porque si redirigen una acción hacia un poste particular resulta que sus pensamientos o acciones están dirigidos hacia un grupo específico. 

La maloka-casa se puede usar como un dispositivo nemotécnico, como hicieron los griegos hace dos mil años y la gente de la Edad Media europea, que usó las “casas de la memoria”. Cuando los griegos querían hacer discursos importantes asignaban partes del discurso a diferentes elementos de la casa y luego los contaron uno a uno mientras pronunciaban el discurso. Y, en la actualidad, la gente del Pirá usa sus casas de esta misma manera. Si, por ejemplo, uno quiere hacer un hechizo para prevenir o curar, en su pensamiento se pasa de una de las intersecciones de las vigas y travesaños en el techo a la otra y, en cada punto, se realiza una pregunta, y si encuentra la respuesta puede seguir a la siguiente. Y, dependiendo del contexto, estos puntos en el techo pueden corresponder a divisiones espaciales, lugares sagrados, especies de animales o plantas, etc. 

Otro punto importante es que ellos están utilizando el universo, y sus casas en particular, como una forma de computador. En su pensamiento cargan y llenan la estructura y elementos de la casa con diferentes tipos de información y después utilizan la casa para recombinar los datos y “leer” los resultados. Esto contiene unas semejanzas notables con nuestra ciencia, se basa en proposiciones muy simples, algunas de las cuales son analógicas. Cuando hablamos de átomos las nombramos en términos de bolas pero de hecho sabemos que no son bolas. 

Estas son analogías que nos permiten pensar y analizar que, y fundamentalmente en un nivel muy profundo, nuestro pensamiento y el pensamiento de ellos es bastante parecido. Desde el dogma científico, este conocimiento está basado en conocimiento ecológico de gran precisión, esta visión reconoce las relaciones ecológicas sitémicas entre los diferentes seres vivos.  Pero hay una diferencia crucial y es eso. Si uno piensa en la analogía entre cuerpo, casa y cosmos, como una sola entidad, resulta que no puede haber o existir ningún tipo de separación entre la naturaleza y la cultura.

 

Bárbara Santos es artista, editora e investigadora independiente. Es creadora del cuencodecera.org, laboratorios experimentales para activar otras formas de relacionarnos con las tecnologías y la selva amazónica.

Ilustraciones de Mariana Rojas para Todo es Ciencia.

 

La publicación de este texto es posible gracias a un trabajo colaborativo entre Todo es Ciencia —Colciencias— y el proyecto de investigación Tecnologías y Ancestralidad, de la Línea Estratégica de Arte, Ciencia y Tecnología del Instituto Distrital de las Artes —Idartes—. Trabajo que tiene por objeto ampliar la circulación de algunos de los textos que integran las tres publicaciones realizadas por el Idartes que indagan sobre el concepto ampliado de tecnología a través de las diferentes formas de ver y comprender el mundo desde los saberes ancestrales y las tensiones que surgen con la tradición del pensamiento occidental, todo en el marco de la edición especial sobre Amazonía, saberes ancestrales y ciencia de Todo es Ciencia. El presente contenido editorial hace parte de la publicación "Curación como tecnología", basado en entrevistas a sabedores de la Amazonía de Bárbara Santos.

 

 

 

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